domingo, 22 de octubre de 2023

Más deprisa

 



Conejo, ¿por qué corres? ¿Acaso llegas tarde a alguna parte? ¿O es que tienes prisa por vivir? Mueves las orejas y el rabo, como perro que espera a su amo, pero tú esperas encontrar zanahorias sin saber que la escopeta acecha.


- La vida es corta, hay que vivirla al máximo.


¿Qué hay más corto que vivir siendo inconsciente?

Observa al hombre cazando conejos. No temas, no tapes tus ojos con tus grandes orejotas. La realidad es dura cuando se la mira a los ojos, pero ¿no es acaso más duro vivir sin comprender el mundo en el que vives?

Esconderte en tu madriguera no es vivir, como esperar a lo que venga no es elegir.

Cava el pozo antes de tener sed.


Corres y corres, pues crees que por cansarte lograrás dormir, pero eso no ahuyenta tus fantasmas.

Dormir es un auténtico arte; para hacerlo bien es preciso haber estado despierto todo el día. A lo largo de la jornada tenemos que vencernos a nosotros mismos, y eso produce un cansancio que es como opio para el alma. Hemos de volver a reconciliarnos; eso es amargo y quien no se reconcilia duerme mal. Necesitamos encontrar la verdad, de lo contrario tenemos que seguir buscándola por la noche y nuestra alma se queda con hambre. Tenemos que reírnos y alegrarnos, de lo contrario, por la noche nos duele el estómago, que es el padre de todas las tristezas.


- Ohh, ¡¡calla ya, vieja tortuga!! Estás vieja y ya no sabes lo que dices. ¡Soy libre y feliz!


Cierto es que soy vieja, y gracias a ello puedo hablarte como el padre habla al hijo. Más deberíamos escuchar a quien algo nos enseña, y no hacer tanto caso a esas moscas que no dejan concentrarnos.

Porque dime, conejo, ¿cómo puedes creer ser libre viviendo en esa madriguera? Con un ojo en el qué dirán y el otro buscando al lobo. 

Comes cuanto gustas y por todos es sabido tu insaciable líbido, pero la libertad no es hacer lo que uno desea en cada momento, pues esos deseos no se pueden controlar; ¿no es eso, acaso, el más claro ejemplo de falta de libertad?


- Conseguiré todo lo que me proponga, no necesito de tus consejos.


No creas a todas esas voces que te animan a seguir intentándolo; dicen que si intentas lo que quieras y lo deseas mucho, al final lo consigues.

Cierto día vi un burro dando cabezazos a una puerta de madera maciza, quería abrirla. Él seguía y seguía insistiendo, día tras otro, hasta que murió de tanto golpearse.

No se dio cuenta que la puerta tenía la llave puesta.


- Hablas demasiado, ¡dicen que te vieron hablando solo! Soy más feliz en mi manada que tú en tu soledad, vieja loca.


¿Hablar solo es de locos? Quien no habla solo, no se conoce a sí mismo. Tenéis razón, conocerse a uno mismo es lo más cercano a la locura, pues veis cosas que nadie os cuenta y os haría extremecer.

El autoconocimiento es un regalo, pero también un desafío; requiere valentía para enfrentar nuestras sombras, miedos y deseos. Pero es este profundo buceo dentro de nosotros lo que nos permite liberarnos de cadenas invisibles y vivir con autenticidad.

Entrenas por ser el más rápido de tu manada, conejo, pero olvidas ejercitar tu mente.

La soledad es el gimnasio del alma.


- La única forma de mejorar es ser el mejor, nunca fracasar. ¡Por eso quiero ser el más rápido!


¿Ves ese árbol? Intentaron talarlo y en sus heridas planté semillas. Han pasado años y en ellas han crecido flores.

Todo lo negativo, todo lo malo, tiene su parte positiva. Solo has de encontrarlo, como el río que busca su cauce.

¿Acaso crees que la nutria no entristece cuando el torrente arrasa su casa? Ella aprende y para la siguiente tormenta usará ramas en lugar de paja.


- No tengo tiempo de seguir hablando contigo. Como te dije, mi tiempo es oro.


Pobre conejo, corre y corre... pero no podrá escapar del lobo que acecha su madriguera.

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Al fin y al cabo...

 






No caía muy bien: tenía un sentido del humor algo peculiar y hay quien dice que cuchicheaba a nuestras espaldas... la mayoría no queríamos volver a verle; quizá no era justo, pero viviríamos mejor sin él. Fue condenado a ser el desayuno del león. Al fin y al cabo, era solo un chimpancé.


Era lenta y a veces obstaculizaba el camino, pero tampoco hacía mal a nadie. Bien es cierto que era algo impertinente en sus argumentos y se creía demasiado sabia, pero vieja y para muchos inservible, así que a nadie le apenó presenciar un nuevo festín. Al fin y al cabo, era solo una tortuga.


Era buena y graciosa, pero nada pudo hacerse por ella. Verla corretear y mordisquear bellotas no nos parecía algo demasiado malo ¿Pero quiénes éramos nosotros para oponernos al juicio del león? No volveríamos a verla, había que acatar las normas. Al fin y al cabo, era solo una ardilla.


Mi mejor amiga, aún lloro su pérdida. Pondría la mano en el fuego porque ella no hizo nada malo, ni si quiera se atrevía a opinar. Pero, ¿quién era yo para discutir la decisión? Era la ley de la selva. Al fin y al cabo, ella era solo una cebra.


.......


Cuando vinieron a por mí, ya no tenía amigos para defenderme. Tampoco enemigos, todos habían acabado en las fauces del rey de la selva; unos por decir lo que pensaban, otros por no decir lo que se supone que habían dicho, otros... no sabemos porqué. Yo no había hecho nada malo, lo prometo. Pero bueno... hay que acatar las normas. Al fin y al cabo, solo soy una gacela.


miércoles, 23 de agosto de 2023

El candelabro

 



Aquellos que me preguntáis por qué llevo un candelabro, qué hago dando vueltas y mirándoos a los ojos. ¿Qué pretendo encontrar? ¿Quizá se me perdió algo?, os diré:

¡Busco almas puras!, ¡busco almas puras!


¿Por qué cerráis los ojos? ¿Acaso os destella la luz de mi candelabro? ¿O es que no queréis mostraros como sois?

Atónitos me miráis, pues no sois capaces de observar. Tanto trabajo os cuesta pelar la fruta que no sabéis qué hay detrás de esa bonita pero dura cáscara. Tiene espinas, sí, ¿pero acaso no posee el perro dientes o el ciervo cuernos? Son ellos mas dóciles y sinceros que cualquier humano necesitado.

Paseo como el vagabundo rebuscando en la basura algo que comer, algo que su estómago agradezca. El mío retumba como una cueva, pidiendo lo desconocido.
Disfrutamos de un delicioso desayuno y me preparas una suculenta cena, pero cuando tu hambre apremia, sigo mendigando. Lo importante no es lo que se promete, sino lo que se cumple.
No prometas cuando eres feliz, contestes cuando estás enfadado, ni decidas cuando estás triste.

Muchos creéis amar, pero no os preguntáis qué es eso que creéis conocer. Y los que afirmáis conocerlo, ohhhh, pobres imprudentes. El amor es la poesía de los sentidos, pero existen poesías malísimas.

¡Busco almas puras!, ¡busco almas puras!


Dicen que la piedra no siente, pero ella es genuina, siempre conserva su esencia. No depende de nadie, ni se transforma por nadie. En cambio, ¿qué son vuestras promesas? ¿Y vuestras creencias? Si cuando llueve queréis sol y cuando éste brilla no os gusta el calor que desprende.

¡Busco almas puras!, ¡busco almas puras!


Loco me llamáis, pues no entendéis el sentido de mi búsqueda. Veis volar a las abejas, amenazantes, y huis de su peligroso color. Dentro del panal está la miel, pero solo os quedáis en los aguijones.
No veis en la oscuridad, pues ésta os da miedo; preferís vivir con la luz que otros os ilumina. No os culpo, caminar a oscuras os da miedo y hace tropezar. Por eso yo os ilumino el camino.

¡Busco almas puras!, ¡busco almas puras!


La ignorancia del silencio me hace divagar, aunque sea en éste donde intento encontrar las respuestas. Los charlatanes no tienen tiempo para escucharse, mas los que escucháis no observáis. Hablar sirve para convencer, ¿pero acaso el cisne habla para disuadir de su belleza, o el tigre de sus intenciones? Ellos son sinceros, puros. ¡Busco cisnes! ¡Busco tigres!

¡Busco almas puras!, ¡busco almas puras!

martes, 25 de julio de 2023

Promesas



- Y, como primera medida, me haré vegetariano.

Todas las ovejas lo celebraban: unas aplaudían, otras lloraban de alegría, había quien recordaba a sus padres asesinados y al fin sentía algo de alivio. Por fin cambiaría todo.

Tras muchos años sin cumplir sus promesas, esta vez parecía que iba en serio, ¿por qué no iba a llevar a cabo sus compromisos? 


El lobo había vuelto a ganar las elecciones.

sábado, 15 de julio de 2023

El hormiguero

 




- Más comida a la reina, más comida a la reina. ¡Vamos!
- ¿Mamá, la abuela se está muriendo?

Anta llevaba semanas muy preocupada, sabía que a su abuela le quedaba poco tiempo de vida. Ahora, solo podía escuchar entrecortadamente sus asombrosas historias, mientras deliraba en su lecho de muerte.
Pero no podía demorarse mucho, tenía que volver a su rutina de trabajo o los Hidalgos se enfadarían. Y, eso, ya se lo tenía muy repetido su abuela <<no hagas enfadar a los Hidalgos>>.
Anta se echó el saco a la espalda y salió del hormiguero.


"Años ha, el hormiguero se regía por las normas autocráticas del clan de las Borbinas. Durante varias decenas de décadas, este clan imponía una reina elegida por mandato divino. O eso decía mi abuela, ya que a mí no me parecía que hubiese divinidad alguna designando a nuestro jefa suprema: todas las reinas eran de la misma familia; lo que yo siempre he denominado 'mandato de sangre'.
Contaba mi abuela, que en paz descanse, que la primera reina Borbina salvó las vidas y el futuro del hormiguero. Era época de hambruna y sequías, y el clan de las Borbinas vino a traer paz, protección ante invasores y abundancia de cosecha, asegurando nuestro futuro. A cambio, todo el hormiguero trabajaría para ellas durante toda su vida. Era un trato más que justo.

Décadas después, hubo una gran revolución. Poco a poco, en otros hormigueros fueron ganando lo que llamaban 'derechos'. Mi abuela y sus coetáneos no sabían muy bien de qué se trataba, pero al parecer había grupos de locos que luchaban por tener horas libres a lo largo del día en las que no trabajar para nuestra reina. Ese tiempo libre lo utilizarían para ocio personal, como salir del hormiguero sin trabajar o simplemente descansar. Tenía sentido, si no hubiese sido por ellos, yo ahora no tendría tiempo para contarte esta historia.
Tras una ardua guerra y gran matanza producida entre los llamados Hormigueristas (quienes luchaban por nuevas libertades) y los adeptos al clan de las Borbinas, acabaron acordando algo que podría contentar a todos: el clan de las Borbinas seguiría reinando el hormiguero, pero sin tener el poder de decidir sobre el resto de hormigas; simplemente se les mantendría una retribución alimenticia y económica a lo largo de sus vidas. Se creó un libro sagrado con leyes y normas de convivencia, cuyo contenido decía cosas como que "todas las hormigas somos iguales y tenemos derecho a salir del hormiguero", por lo que aquellos que buscaban la libertad, se salieron con la suya. Bien es cierto que, aquellos que lucharon por esta libertad, y ahora sus descendientes, ocupan los puestos de Hidalgo, que son quienes imponen las normas de convivencia y vigilan que todas trabajemos las horas que marca El Libro Sagrado, es decir, siempre que el sol nos ilumine el camino. También se encargan de mutilar y expulsar a quienes no cumplen los reglamentos que sus antepasados anotaron en el gran libro.

Para asegurar que no se volviera a un sistema de Hidalgos déspotas y totalitarios, éstos crearon un sistema justo para todo el hormiguero: fundaron Brigadas Hidalgas. Existían dos brigadas diferentes, la brigada azul y la brigada roja. Éstas consistían en grupos de Hidalgos que luchaban por los derechos, deberes y necesidades del hormiguero. Si una brigada hidalga proponía medidas que gustaban al hormiguero más que lo propuesto por la otra brigada, tendrían el poder de regir éste durante una década. Pasada esa década, la otra brigada podría hacer diferentes propuestas y hacerse con el poder del hormiguero si esas propuestas triunfaban.
Conseguir este poder era muy importante, ya que se aseguraban comida para el resto de sus vidas, e incluso poder de decisión sobre las demás hormigas, no trabajar o visitar otros hormigueros. Aunque, bien es cierto, que la brigada perdedora también tenía unos beneficios similares.


Los enfrentamientos entre brigadas siempre han sido de lo más habitual, ya que, como es lógico, no todas tenemos los mismos ideales. ¿Cómo era posible que la Brigada Hidalga actual apoyase la incorporación de hormigas de otro hormiguero? Todos los días, los Hidalgos nos decían que hacen el mal allá donde van, e incluso, en varias ocasiones, ¡dijeron que son las culpables cuando hay malas cosechas! Hay incluso quien ni tan siquiera respetaba la figura de la Reina, quitando su retrato de sus casas y perdiendo así su sagrada protección en el hogar. ¡Algunas hasta se negaban a trabajar todas las horas estipuladas por El Libro Sagrado! Deseaba que llegase algún día en que todas esas alimañas no pudieran manifestarse, ni seguir pidiendo cosas tan estúpidas; ¡un buen escarmiento es lo que necesitan! ¡¡larga vida a la Brigada Azul!!"


 - Abuela, ¿tú nunca estuviste en la cárcel?

Anta cogió un poco de aliento y prosiguió con la tradición, contándole a su nieta, al igual que su abuela hizo con ella, la historia del hormiguero:

"La Brigada Azul, a la que tanto había apoyado, me encarceló durante 13 años. ¿Por qué? Rechacé a un Hidalgo. Yo estaba comprometida y él quiso hacerme su mujer. Elegí el amor por encima del poder.
Ya en la cárcel y con tanto tiempo para pensar, analicé todo lo sucedido. Me di cuenta de cómo era nuestra sociedad: la justicia no era justa; los que mucho trabajábamos, poco comíamos y, los que tenían suerte de venir de familia de Hidalgos, acababan en brigadas y vivían tan bien como la Reina. Además, nos dimos cuenta que no podíamos cambiar nada, tanto a las Brigadas Rojas como a las Brigadas Azules, les interesaba alternarse el poder para continuar con sus privilegios. Así, ganasen unos u otros las designaciones, ambos seguirían viviendo tan bien como hasta ahora.

Si antes, con las Brigadas Azules, querían que trabajásemos más y comiésemos menos, con las Brigadas Rojas no mejoraba nada la situación. Aunque bien es cierto que trabajábamos 1 hora menos al día, pasábamos aún más hambre que antes.
Las Brigadas Rojas crean un problema y proponen una solución para que les elijamos. Las Brigadas Azules hacen lo mismo, haciendo creer que existen problemas diferentes.

El pueblo cree que las Brigadas simplemente buscan tener al hormiguero enfrentado para así seguir disfrutando de sus privilegios; mientras el hormiguero se pelea entre los adeptos de las Brigada Azul y la Brigada Roja, ellos siguen viviendo con privilegios similares a la reina. Para ellos no hay malas cosechas."


- Abuela Anta, ¿y por eso la revolución de esta mañana?
- Sí, muchas hormigas han muerto a manos de las Brigadas.
- ¿Y crees que todas esas hormigas que se niegan a participar en la nueva elección de los Hidalgos, conseguirán algo?
- No lo sé, eso es algo que tendrás que contarle tú a tus nietos.


miércoles, 14 de junio de 2023

La ley del bosque




El bosque seguía muriendo, y los árboles seguían votando por el hacha. Ella era astuta, los había convencido de que, por tener el mango de madera, era uno de los suyos.


A golpe de hierro forjado, el color verde del mapa se diluía en tenue marrón; tristeza y sollozos eran acallados por los rumores de que esto era un mal necesario.

A las ardillas no les importaba mucho. Gracias a él, el suelo siempre estaba lleno de bellotas, por lo que siguieron votándolo.
Lo mismo sucedía con los pájaros: tenían más espacio para volar y encontrar bichos de los que alimentarse. Además, siempre sería mejor que esa ruidosa motosierra.
Los reptiles recibían más luz del sol, los grillos de la luna y la tortuga... no importaba lo que dijese la tortuga. 

Esa vieja loca no hacía más que poner pegas a todo lo que ocurría a su alrededor.
Con la excusa de que era sabia y conocía la historia del bosque desde tiempos inmemoriales, se creía con el derecho a opinar y debatir. Todo le parecía mal: Secar la laguna, que atrae mosquitos y mal olor... talar grandes y viejos árboles que impiden entrar la necesaria luz del sol... o acabar con esos viejos árboles que ensucian el suelo con su pegajosa resina. La tortuga se oponía a lo que ella consideraba el fin del bosque, por algo era conocida como la vieja cascarrabias.


Ahora, en su preciosa isla de Borneo, tucanes, cangrejos y escarabajos vuelven a repetir la historia. Ella, ya sin fuerzas para debatir, contempla cómo la fauna y flora observan alegremente las nuevas chozas y barracas construidas por los humanos con esos inservibles restos de piedra y arena.

viernes, 10 de febrero de 2023

El despertar de Zaratustra (I)

 



Mi regreso

Ya lo dijo mi padre, quien me dio la vida siglos después de yo nacer: Dios ha muerto.

Deambulé por montañas, caminos y urbes; contemplando gentes y hábitos, gustos y bondades. Observar cuanto veo, me hace comprender los porqué de los cómo; y es que, en la juventud se aprende, pero en la vejez se entiende. ¿No es el ser humano un animal necesitado de fe, de creer en algo para hallar respuestas y acallar los ruidos de su cabeza? ¿No busca, acaso, desesperadamente un sentido a su vida, aunque éste sea lo más mundano? ¿Y no es eso Dios, acaso?
Quizá, después de todo, Dios no ha muerto, simplemente no era lo que esperábamos. Muchos creen no creer en ello, pero lo buscan insaciablemente. Y, aquellos que creen haberlo hallado... ohh, pobres infelices.

Pensasteis que yo había muerto, pero he vuelto de las montañas, cruzando ríos y senderos, soportando lluvias y vientos. Quizá no soy más que el reflejo de vuestro inconsciente, de todo aquello que sabéis, pero lo desconocéis. Quizá he vuelto, sí, para ver si mis lecciones valieron de algo. 

<<Ohhh, gran Zaratustra, gracias por tus enseñanzas>>, me decían aquellos. Ahora veo que el gato aún no ha aprendido a cazar.



Sobre pensar

Amigo mío, refúgiate en tu soledad. Te noto distraído ante tanto griterío y acribillado por los aguijones de los mediocres. No sigas escuchando, aprende a escucharte.
Quien no quiere pensar es un fanático, quien no puede pensar es un idiota, y quien no osa pensar es un cobarde. Por eso quiero entender lo que no sé, e intento entender aquello que creo que ya entiendo.

Se da como certeza que ahora hay menos pobreza, que se ha evolucionado; ohhh, pobres incautos. No saben que la verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos, la estiras, la extiendes, pero nunca es suficiente. Yo, que viví en los tiempos de Ur, que vi erigir grandes ciudades de la nada, nada tenían aquellos, ¿no? ¿Cómo decir que ahora sois menos pobres, que lo tenéis todo? Yo veo un humano con más pena, deambulando y sin rumbo fijo, almas viviendo de sus miserias. Sus vidas son como un teatro, unos pocos son actores y la mayoría son espectadores que juzgan y critican a los que viven.
Gente, mucha gente, cruzándose a diario sin mirarse las caras, caminando con sus rostros serios y cabizbajos, hablando o escribiendo mediante esa moderna tecnología que aún no comprendo bien. O ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba yo entendiendo.


<<¡¡Cállate ya, ohhh, viejo loco!! Tanto pensar te hace mal, Zaratustra.>>
Mal me hace pensar, sin duda, pues más consciente soy de tantos vacíos.
Uno de los grandes problemas del mundo es que los locos y los fanáticos están seguros de sí mismos y los sabios, llenos de dudas. No les culpo, el miedo hace la ignorancia y, ésta, se encarga de realizar el resto del trabajo. Pensar y analizar requiere de valentía; quienes lo hacen, naufragan en la inmensidad de un gran océano. No creo que los individuos sean incapaces, inútiles o ingenuos, sino que el miedo les hace entregarse a las garras de la simpleza. La vida en sociedad nos hace simples. Sé que es tentador tratar todo como si fuera un clavo, pues es fácil usar como única herramienta el martillo.

El ser humano es muy manipulable, y más aún en su conjunto social: es más fácil manipular una masa de gente que a personas individuales; la presión social que ejercen unos sobre otros hacen gran parte del arduo trabajo de los dirigentes. La "policía social" es un gran arma. El "qué dirán" y el estar fuera de la corriente del momento hace que los individuos sientan miedo al rechazo. Y esto es muy peligroso, ya que se abrazan a ideas únicamente por no ser repudiados; el miedo a la soledad y a estar con ellos mismos es un riesgo que muy pocos están dispuestos a correr. Entre los que asumen ese riesgo, muy pocos llegan hasta el final de sus convicciones, ya que es un viaje muy duro en un mundo tan depredador.
Danzad, danzad mis marionetas, la función aún no ha terminado.

<<Pensar requiere de esfuerzo, y no me han enseñado a ello. Ohhh, por favor, Zaratustra, piensa por mí>>.
Pobres infelices, que llaman iluso al sabio y ellos mismos creen saber. Aprender sin pensar es inútil, y pensar sin aprender es peligroso.
Hemos llegado a la bajeza del relativismo moral. Escepticismo moral y relativismo cultural... lo mismo vale la cultura del diseño de unos zapatos que un Premio Nobel.
En el mundo escasean los pensadores; la cultura del pensamiento está perdiendo la batalla con la ignorancia y eso, claro, interesa a unos pocos. Todo ello permite la corrupción: pero no solo económica, no, no... sino la peor de todas, la corrupción moral.
Mundo éste, en que todos repiten un discurso sin analizar su sentido y consecuencias, pero creyendo que tienen razón porque hay muchos otros que piensan igual. Tan seguro estoy de lo que digo, que sí, sin duda pueden llamarme dogmático. Y no me tachen de altanero, pues no me importa equivocarme, porque del error se puede salir, pero de la confusión, jamás.



Sobre el miedo

Igual que el árbol, que cuanto más quiere crecer y avanzar hacia la luz, más fuertes y profundas crecen sus raíces, hacia abajo, hacia lo oscuro. El miedo es el mayor mal del ser humano. Éste lleva a la frustración, a la ira y a la decadencia.

<<Pero, Zaratustra, yo no le temo a nada.>>
Ohh, pobre de aquel que crea no tener miedo, pues es, sin duda, quien más teme. Ocultar la realidad de uno mismo es la mentira más difícil de desenmascarar y, por ende, el mal más complicado de curar; pues para ello, aún no se ha creado vacuna.
Los mayores asesinos de la humanidad, aquellos quienes más atrocidades cometen, son quienes más miedo tienen. ¿O no ataca la avispa, aun sabiendo que es mucho más pequeña y débil? ¿no ataca, acaso, porque siente miedo y ha de defenderse? Quien no sabe gestionar sus emociones, organizar sus pensamientos o entender cuanto ocurre; aquellos, poseen este incurable mal. No tiene más miedo quien más teme, sino quien más consciente es. Es por eso, ohh, que no os culpo, que no queráis conocer, que no queráis saber... pues el miedo lleva a los infiernos y de éstos es complicado escapar.
Abrazad la simpleza, dejad que otros piensen por vosotros, malditos. Dejad a los conscientes que disfruten de este gran mal, para ellos virtud.

En todo queréis ser únicamente espectadores, y guardaros de sentar allí donde el sol abrasa los asientos. Semejantes a quienes se paran en la calle y miran boquiabiertos a la gente que pasa, así aguardáis también vosotros y miráis boquiabiertos a los pensamientos que otros han pensado. Si se les toca, levantáis polvo alrededor, como gallinas siendo atacadas por el zorro.
Cuando se las dan de sabios, sus pequeñas sentencias y verdades me hacen tiritar de frío. En su sabiduría hay, a menudo, un olor como procedente de la charca. Y, en verdad, yo he oído en ella croar a la rana.



Sobre la libertad

Si eres pasivo intelectualmente, ¿cómo pretendes ser libre moralmente? "Libertad" es lo que más os gusta aullar, pero de ella huis como corderos. Sois como el perro que ladra, ahuyentando con ladridos a quien podría saciar su hambre.
Pedís libertad a vuestro padre y a vuestros señores, pero no sois capaces de daros libertad a vosotros mismos. ¿Cómo va el gato a cazar ratones, teniendo la comida en el plato?
Para ser libres hay que luchar con muchos factores externos: presión social, propaganda, intereses. Para todo ello hay que tener una capacidad de análisis objetivo, donde ya hemos visto que el miedo y la capacidad de pensar nos debilita ante este gran reto. Unirnos a quien creemos amigo sin serlo, es más sencillo que luchar contra el enemigo.
Nunca tengas miedo de hacer aquello que consideras correcto, pues los castigos de la sociedad son pequeños en comparación con las heridas que te infliges sobre el alma cuando miras hacia otro lado.

Para ser libre, sobre todo, hay que luchar contra uno mismo, y eso sí que es difícil. Hay pocas cosas más complicadas en la vida que dudar de una creencia propia que siempre tuviste como cierta. Para ello es necesario ser objetivo y crítico con uno mismo: analizar y examinar, sin ideologías ni colores, sin prejuicios. Hasta llegar a la inflexión: reconocer la equivocación. Normalmente, cuando hacéis esto veis cosas que no os gustan, que os preocupan o que teméis. La mayoría desiste y abandona el camino; algunos llegan a ver la luz al final del sendero, pero éste aún es demasiado fangoso para continuar. La palabra "libertad" no es más que una utopía, ¿cómo se puede hablar de su belleza, cuando nadie la ha visto? Ilusos, creéis tener amor cuando no entendéis el significado de amar.

Mucha gente habla de libertad, mas aún no encontré a nadie que hable de libertad. Voltaire decía que el hombre es libre desde el momento en que quiere serlo. Nunca escuché estupidez mayor, pues el hombre no sabe lo que es, y mucho menos lo que quiere. ¿Cómo puede querer algo que no entiende?



Mis pies ya están cansados, mas no puedo dejar de caminar. Muchos me preguntan quién fue mi maestro; éste, sin duda, soy yo mismo y a la vez lo son todos con quienes me cruzo. Y es que, enseñar y escuchar es la mejor manera de aprender. No es sabio quien sabe, sino quien entiende.

Me apena que mi padre haya caído en el olvido. Cuán fácil es usar toda esa tecnología o mirar una caja llena de héroes en movimiento, pero no observar lo que nos hace únicos, libres y felices. Hay libros que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga; mas la vuestra sigue por el camino de la perdición de su alma.


Y así habló Zaratustra...

martes, 10 de enero de 2023

La oveja Molly

 



A pesar del buen clima, por las noches aún hacía un poco de frío.

Como cada año, Molly odiaba más que nunca a ese maldito pastor; no entendía por qué volvía a convertir su cuerpo en una especie de famélico animal. Bien es cierto que por el día se sentía más fresca y bien avenida, pero, ¿quién era lo suficientemente déspota como para arrebatar su pelaje sin su consentimiento?
No podía quejarse del trato recibido por ese humano, ya que le proporcionaba comida, agua, cobijo... pero, al fin y al cabo, Molly no lo había elegido.


Esta vez, el color verde de la pradera resplandecía más que nunca. Los bocados eran más deliciosos de lo que jamás había recordado y la fresca agua de la laguna saciaba su sed antes de la siesta matutina.

— Una vida muy tranquila, demasiado, quizá. Molly, Molly, no empieces de nuevo a pensar y disfruta de este maravilloso día...

Cuando el sol se escondía detrás de las Grandes Montañas, como cada día, Molly y sus compañeras iban a dormir a los rediles.
A Molly no le gustaban mucho; en invierno eran lugares muy fríos y, en verano, le habría gustado más pasar la noche a ras de hierba, sintiendo la fina brisa veraniega. No entendía porqué tenía que dormir donde le decían, o pacer donde ella no decidía, o... el sueño le cerraba sus contiguos ojos, era hora de dormir.


— Otra vez ese maldito perro, ¡déjame dormir!

Como cada mañana, era hora de salir a pastar; ya estaba amaneciendo y había que seguir la rutinaria escena.
Algunas compañeras le decían que podría ser peligroso quedarse sola durmiendo y no obedecer al rebaño, pero a Molly no le agradaba demasiado sentirse una esclava.
Tras un par de ladridos más, decidió ocupar la última posición, camino a las verdes y deliciosas praderas.

— ¿Qué habrá allí detrás? Preguntaba Molly a una de sus compañeras, señalando las montañas.
— No sé, ¿qué importa?
— ¿Cómo que qué importa? ¿No quieres saber qué ven esos halcones o quién mora esas tierras? —replicó Molly
— Allí no hay nada, ya te lo han dicho muchas veces. Además, vivimos bien aquí.
— No entiendo cómo podéis vivir bien en una cárcel.

Molly se volvía a enemistar con otra compañera, ya no quedaban muchas con las que discutir sobre lo mismo de siempre. Todas pensaban igual, y eso a Molly le causaba gran irritación.

Allí, detrás de las montañas, había un mundo por descubrir. Un mundo de libertad y oportunidades, un lugar donde nadie le obligase a madrugar, le prohibiesen alejarse demasiado de sus compañeras o a cortarle su pelaje al comenzar la época de color. Estaba segura de ello, y más segura estaba de querer abandonar a todo ese rebaño de aburridas fotocopias.



— ¡Qué agua tan refrescante! Sin duda, el mejor agua que he probado nunca.

Molly estaba encantada con el lago de la parte alta de la montaña; su plan había funcionado. Escapar por la mañana, aprovechando que el sol aún no estaba en su máximo apogeo, mientras todos caminaban en paso militar hacia su rutina diaria. ¿Quién se iba a imaginar que alguien no cumpliese con su cometido?
Tras más de 6 horas a paso ligero, se dio de bruces con ese maravilloso paraje. Ingente cantidad de pasto, más verde que el más colorido lugar que su pequeña y dura cabeza jamás hubiese imaginado.

Al fin había hecho su sueño realidad. La vida que siempre había soñado, allí estaba, solo tenía que ascender por las grandes montañas. Era libre para hacer lo que quisiera: dormir en medio de la verde inmensidad, levantarse tarde si le apetecía, comer o bañarse sin que nadie se lo ordenase... eso sí que era vida. Bien es cierto que, a veces, se aburría un poco, no sabía qué hacer con tanto tiempo para ella. Pero eso no era muy importante, era libre, no como sus antiguas y esclavizadas compañeras.


Una noche sintió un escalofrío. No era una tiritona de ésas que tenía a menudo, desde hacía varios días (y es que ya se acercaba el otoño). Levantó la cabeza y vio dos luces muy pequeñas moviéndose en la otra punta de la gran pradera. Dos luces que poco a poco se acercaban y, cada cierto tiempo, emitían un ruido realmente escalofriante.
Molly recordó aquellas historias a las que no solía hacer mucho caso cuando solamente era pequeña bola de lana; por su mente pasaron imágenes de animales capaces de todo, como por ejemplo de acabar con la vida de alguna de sus compañeras. Nunca olvidará aquella noche, dos inviernos atrás, cuando un estruendo en el redil acabó con sangre y la muerte de varias de sus compañeras. Ese día supo que, en el interior de sus cuerpos, hay muchas más cosas de lo que imaginaba. 

Molly nunca vio la figura de aquel supuesto asesino, pero sabía que sus ojos eran iguales a las luces que cada vez tenía más y más cerca.
Disimuladamente, Molly se acercó al lago y nadó varios metros, aguantó la respiración y rezó todo lo que no sabía. Fue la noche más larga de su vida, pero vio la luz del día siguiente para contarlo. Bueno, realmente no podía contarlo, ya que no tenía a quién; estaba sola.

— No puedo vivir aquí más tiempo. No dispongo de cobijo, necesito algún lugar donde protegerme de esas bestias. Además, está llegando el frío y no podré aguantar mucho más tiempo durmiendo en un lugar como éste.

Tras 3 días caminando a través de las montañas, Molly estaba desesperada. No encontraba ese lugar idóneo para dormir, donde sentirse protegida. Los pastos empezaban a perder color y cada vez tenía menos comida. Por si fuera poco, el agua de los ríos y lagos que iba encontrando, estaba cada vez más fría. Su sueño se había convertido en pesadilla, tenía miedo y solo quería volver a casa. Pero, ¿cómo? Había vagado tanto que no sabía dónde se encontraba. Su libertad se había convertido en una prisión, un lugar frío y tenebroso.

A la mañana siguiente, decidió madrugar más de lo habitual. Era eso, comenzar el día con seguridad y energía, o dejarse llevar por las garras del lacerante destino.
Cuando menos se lo esperaba, una pequeña priedrecita cayó sobre su cabeza. Miró hacia arriba y pensó que todo había acabado. Echó de menos a sus antiguas amigas, aquellos fríos rediles y a ese repugnante pastor, al que ahora tanto añoraba. Petrificada, se quedó mirando a aquel terrorífico animal que, con las fauces abiertas cual fiera salvaje, parecía que fuesen a devorar a nuestra pequeña protagonista.
Tras la amenaza, el ladrido le hizo dar un salto y salir corriendo en la dirección que le marcaba ese enorme mastín. A los pocos metros, ya estaba reunida con el resto del rebaño. No había visto a esas ovejas en su vida; todas ellas bastante bien alimentadas, serenas y felices. En ese momento, Molly creyó ser la oveja más feliz del mundo.

Ya anocheciendo, una detrás de otra, salieron de los pastos en dirección a 3 enormes camiones. Más contenta que nunca, aunque sin saberlo, Molly iba camino al matadero.


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Reflexión

¿Qué es la libertad? ¿Queremos libertad? ¿Para qué? ¿Podemos vivir con ella? ¿Y sin ella? ¿Formamos parte de un rebaño?

Mucha gente cree ser libre, saliendo del yugo de un rebaño para, según cree, vivir en base a su propio juicio, moral e ideas. Pero acaba siendo esclavo de otro rebaño; muchas veces de forma inconsciente.

Cuando creo ser libre, ¿lo soy realmente? ¿mis convicciones son mías, o son un constructo creado en base a una sociedad, sus normas, costumbres, valores y enseñanzas? ¿Puedo vivir siendo (o creyendo ser) libre? ¿Es mejor ser libre, soportando miedos, inseguridades y preguntas, o vivir oprimido, sabiendo que alguien "cuidará" de mí?