miércoles, 20 de septiembre de 2023

Al fin y al cabo...

 






No caía muy bien: tenía un sentido del humor algo peculiar y hay quien dice que cuchicheaba a nuestras espaldas... la mayoría no queríamos volver a verle; quizá no era justo, pero viviríamos mejor sin él. Fue condenado a ser el desayuno del león. Al fin y al cabo, era solo un chimpancé.


Era lenta y a veces obstaculizaba el camino, pero tampoco hacía mal a nadie. Bien es cierto que era algo impertinente en sus argumentos y se creía demasiado sabia, pero vieja y para muchos inservible, así que a nadie le apenó presenciar un nuevo festín. Al fin y al cabo, era solo una tortuga.


Era buena y graciosa, pero nada pudo hacerse por ella. Verla corretear y mordisquear bellotas no nos parecía algo demasiado malo ¿Pero quiénes éramos nosotros para oponernos al juicio del león? No volveríamos a verla, había que acatar las normas. Al fin y al cabo, era solo una ardilla.


Mi mejor amiga, aún lloro su pérdida. Pondría la mano en el fuego porque ella no hizo nada malo, ni si quiera se atrevía a opinar. Pero, ¿quién era yo para discutir la decisión? Era la ley de la selva. Al fin y al cabo, ella era solo una cebra.


.......


Cuando vinieron a por mí, ya no tenía amigos para defenderme. Tampoco enemigos, todos habían acabado en las fauces del rey de la selva; unos por decir lo que pensaban, otros por no decir lo que se supone que habían dicho, otros... no sabemos porqué. Yo no había hecho nada malo, lo prometo. Pero bueno... hay que acatar las normas. Al fin y al cabo, solo soy una gacela.