domingo, 22 de octubre de 2023

Más deprisa

 



Conejo, ¿por qué corres? ¿Acaso llegas tarde a alguna parte? ¿O es que tienes prisa por vivir? Mueves las orejas y el rabo, como perro que espera a su amo, pero tú esperas encontrar zanahorias sin saber que la escopeta acecha.


- La vida es corta, hay que vivirla al máximo.


¿Qué hay más corto que vivir siendo inconsciente?

Observa al hombre cazando conejos. No temas, no tapes tus ojos con tus grandes orejotas. La realidad es dura cuando se la mira a los ojos, pero ¿no es acaso más duro vivir sin comprender el mundo en el que vives?

Esconderte en tu madriguera no es vivir, como esperar a lo que venga no es elegir.

Cava el pozo antes de tener sed.


Corres y corres, pues crees que por cansarte lograrás dormir, pero eso no ahuyenta tus fantasmas.

Dormir es un auténtico arte; para hacerlo bien es preciso haber estado despierto todo el día. A lo largo de la jornada tenemos que vencernos a nosotros mismos, y eso produce un cansancio que es como opio para el alma. Hemos de volver a reconciliarnos; eso es amargo y quien no se reconcilia duerme mal. Necesitamos encontrar la verdad, de lo contrario tenemos que seguir buscándola por la noche y nuestra alma se queda con hambre. Tenemos que reírnos y alegrarnos, de lo contrario, por la noche nos duele el estómago, que es el padre de todas las tristezas.


- Ohh, ¡¡calla ya, vieja tortuga!! Estás vieja y ya no sabes lo que dices. ¡Soy libre y feliz!


Cierto es que soy vieja, y gracias a ello puedo hablarte como el padre habla al hijo. Más deberíamos escuchar a quien algo nos enseña, y no hacer tanto caso a esas moscas que no dejan concentrarnos.

Porque dime, conejo, ¿cómo puedes creer ser libre viviendo en esa madriguera? Con un ojo en el qué dirán y el otro buscando al lobo. 

Comes cuanto gustas y por todos es sabido tu insaciable líbido, pero la libertad no es hacer lo que uno desea en cada momento, pues esos deseos no se pueden controlar; ¿no es eso, acaso, el más claro ejemplo de falta de libertad?


- Conseguiré todo lo que me proponga, no necesito de tus consejos.


No creas a todas esas voces que te animan a seguir intentándolo; dicen que si intentas lo que quieras y lo deseas mucho, al final lo consigues.

Cierto día vi un burro dando cabezazos a una puerta de madera maciza, quería abrirla. Él seguía y seguía insistiendo, día tras otro, hasta que murió de tanto golpearse.

No se dio cuenta que la puerta tenía la llave puesta.


- Hablas demasiado, ¡dicen que te vieron hablando solo! Soy más feliz en mi manada que tú en tu soledad, vieja loca.


¿Hablar solo es de locos? Quien no habla solo, no se conoce a sí mismo. Tenéis razón, conocerse a uno mismo es lo más cercano a la locura, pues veis cosas que nadie os cuenta y os haría extremecer.

El autoconocimiento es un regalo, pero también un desafío; requiere valentía para enfrentar nuestras sombras, miedos y deseos. Pero es este profundo buceo dentro de nosotros lo que nos permite liberarnos de cadenas invisibles y vivir con autenticidad.

Entrenas por ser el más rápido de tu manada, conejo, pero olvidas ejercitar tu mente.

La soledad es el gimnasio del alma.


- La única forma de mejorar es ser el mejor, nunca fracasar. ¡Por eso quiero ser el más rápido!


¿Ves ese árbol? Intentaron talarlo y en sus heridas planté semillas. Han pasado años y en ellas han crecido flores.

Todo lo negativo, todo lo malo, tiene su parte positiva. Solo has de encontrarlo, como el río que busca su cauce.

¿Acaso crees que la nutria no entristece cuando el torrente arrasa su casa? Ella aprende y para la siguiente tormenta usará ramas en lugar de paja.


- No tengo tiempo de seguir hablando contigo. Como te dije, mi tiempo es oro.


Pobre conejo, corre y corre... pero no podrá escapar del lobo que acecha su madriguera.