miércoles, 16 de octubre de 2024
Utopía
lunes, 14 de octubre de 2024
¿Dónde están los sueños?
Columpios susurrando a las nubes, en un impulso de alegría y esperanza, que al final siempre vuelven al punto de partida. Coloridos sonidos y verde melodía, junto a un lago a simple vista sereno, cuyas aguas profundas esconden remolinos de pensamientos olvidados. Arena con la que disfrutar haciendo todo tipo de formas y figuras, frondosos árboles que parecen susurrar secretos ya olvidados...
Todos los sentimientos y emociones se encontraban jugando en el parque de la vida.
Pero, como toda vida, tenía sus cosas buenas y sus cosas malas. Podía verse a los sentimientos columpiarse, ayudados por el Ánimo y empujados por la Fe. El columpio de al lado permanecía inmóvil, con Desgana subida en él y Apatía sin empujarlo. Eran mirados por Curiosidad e Interés desde detrás de un matorral, esta última sin entender por qué Apatía y Desgana no querían divertirse. Curiosidad lo observaba con una curiosa mirada, ¡qué curioso! Curioso le parecía también a Intriga, intrigado en qué estaban dialogando sus dos compañeros.
Histeria no dejaba de dar vueltas en círculo.
—¡¡Ese tobogán es muy peligroso!! —Le gritaba a Temeridad.
Ésta hacía caso omiso y, junto a su compañera y colega Desobediencia, se lanzaban por el largo tubo para ir a dar con sus huesos sobre la arena, donde el Dolor les estaba esperando.
—¡¡No me piséis!! —Una vez más hicieron caso omiso a sus súplicas.
Desdicha también merodeaba con sus amigos Disgusto y Pena sobre la arena del parque. Nadie se acordaba de ellos, nadie quería jugar con ellos… pero al final, por una cosa u otra siempre acababan, eso sí, por un descuido, encontrándose con sus enfadados compañeros. —¡Cuidado, Descuido! que te vas a caer del columpio —, y es que, al final, el descuido casi siempre acababa con Dolor. Al lado estaba la Despreocupación con su melliza la Preocupación, preocupada de haber sido tan despreocupada, al ir a parar con Disgusto y Lamento.
—¡Debéis ser más cautos!—Gritaba la Cautela…
—Claro, para ti es fácil —Replicaba el Enojo.
Aun así, y a pesar de todos los contratiempos, los sentimientos jugaban tranquilos en el parque; claro, Tranquilidad siempre estaba sentada vigilándoles, mientras tejía unos patucos o unas sandalias, dependiendo de la época del tiempo, para sus nietos Paz y Sosiego. Bienestar y Serenidad hablaban de sus cosas con Tranquilidad, observando cómo la Duda con Júbilo jugaba.
Pero, una tarde, se comenzó a notar que algo no iba bien. Pena y Amargura estaban presentes en todos los rincones del parque. Ilusión jugaba sin ilusión y los sueños no estaban por ninguna parte,
—¿Dónde están los sueños?—Se preguntaba la Intriga, mientras dejaba de mirar a los aburridos Apatía y Desgana.
—Aburrimiento, ¿has visto a los sueños?—Preguntaba Intriga.
—Pereza, ¿tú has visto a los sueños? ¿Y tú, Traición?
Esta última decía haberlos visto junto al Gran Acantilado. Ingenuidad acompañó a Intriga a buscarlo, pero no era así, allí no estaban los sueños… solo la Pasión echándose la siesta. ¿Dónde podrían estar los sueños? Bienestar, Serenidad, Intriga, Ingenuidad… ¡incluso Pereza! todos buscaban a los sueños, pero no los encontraban por ninguna parte.
Incongruencia dijo haberlos visto por última vez cerca del Odio, la Ira y la Amargura, en la zona oscura del parque, hacía ya un par de días. Desconfianza y Engaño dijeron haberlos visto también por la zona oscura esa misma mañana… Bienestar, Serenidad, Intriga, Ingenuidad… ¡incluso Pereza! fueron a buscarlos, tenían que encontrar a los sueños.
En un recóndito rincón encontraron al Amor llorando, desconsolado.
—Lleva así varios días —Decía Preocupación.
A los sentimientos les parecía extraño, no les era normal ver al Amor llorando desconsolado durante tanto tiempo, algo muy grave debía pasarle. Allí cerca, Felicidad y Afección vivían con desgana, y no es que Desgana debiera ser marginada, pero ya había estado mucho tiempo con ellos, demasiado tiempo. También Desinterés y Desánimo jugaban con ellos a todas horas, incluso día y noche, al no poder dormir por culpa de Temor, que no paraba de hacer ruido. ¿Temor a qué? Quizá temor a la soledad, «pobre Soledad», se decía Penumbra.
Una vez llegaron a la zona oscura continuaron la búsqueda de los sueños.
—Mira detrás del rosal —Le decía Intriga a la Obediencia, —nada, aquí solo está la Belleza echándose la siesta.
—Debajo de las rocas —Nada, la Pasión.
Y debajo del viejo sauce llorón, pasando el día se encontraba el Entusiasmo.
Todo esto era tan raro… sentimientos que siempre jugaban junto al gran árbol, con la Tranquilidad y el Bienestar, estaban apáticos, tristes y apenados.
Aun así, seguían sin encontrar a los sueños. A Amargura y Desánimo parecía no importarles la situación de los otros sentimientos, ya que tenían los columpios libres para jugar junto a Abandono y Desgana. Ellos, que siempre estaban echándose sus partidas de mus con cara de pocos amigos, y más aburridos que el propio Aburrimiento.
Sabiduría e Inteligencia, que habían sido aceptados por todos hacía mucho, mucho tiempo, se enteraron de lo sucedido y decidieron reunirse con todos los sentimientos. Les hicieron ver que los sueños no son un sentimiento; no podían estar tristes por ellos, ya que no eran uno de los suyos… pero entonces, ¿por qué todos les echaban de menos? ¿por qué el Amor estaba apenado? ¿y la Felicidad?
Varias semanas después, tras varios días de invernal vendaval, amaneció un sol reluciente en el horizonte. El estropeado rosal pareció rejuvenecer y Entusiasmo fue el primero en levantarse; se le podía ver dándose un paseo bajo los preciosos rayos de sol. Ilusión fue la siguiente en madrugar aquella mañana: se puso el pantalón corto y salió a correr.
Cuando sus compañeros vieron esto se alegraron; se alegraron todos excepto Abandono, Desgana, Amargura e Inquietud, que ya no sabían cómo divertirse y volvieron a sus aburridas partidas matutinas de mus.
Ya por la tarde encontraron a Felicidad, jugando en el tobogán, feliz, con su compañera Prudencia, ella siempre tan cauta.
—¡Ten cuidado, te vas a hacer daño!
Junto al rincón oscuro, cerca de ellos estaba el Amor, acababa de salir y, ya sin lágrimas en los ojos, se fue a ver a sus amigos. Aún estaba triste, aunque se le veía más animado que antes.
—Venga, ¡vamos a jugar! —Le gritaba la Ilusión.
Amor se fue con Ilusión, a quienes se unió un exultante Entusiasmo. Poco a poco el Amor fue jugando con sus compañeros hasta que volvió a recobrar la felicidad; Amor y Felicidad jugaban con Entusiasmo. Todo era tan bonito… hasta la Belleza había dejado de echarse sus eternas siestas tras el ya florecido rosal.
—¡Bendita primavera! —Gritaba ésta.
Todo parecía volver a su cauce normal, pero… ¿qué pasó con los sueños? se preguntaba la Ignorancia. Todos se habían olvidado de ellos y no habían aparecido por ninguna parte; bueno, qué importa, si no eran un sentimiento…
Efectivamente, los sueños no son un sentimiento. Lo que no saben es que, allá donde estén, sin ellos, el Amor aún estaría llorando en su oscuro rincón y Felicidad seguiría jugando con Desgana.
domingo, 6 de octubre de 2024
El Vagabundo
—¿Qué haces tan tarde, buen hombre, en este oscuro callejón? ¿Qué buscas bajo esta pequeña farola?
—Ohhh, déjame, viejo vagabundo. Estoy buscando las llaves del coche, se me han perdido y he de volver a casa cuanto antes.
—¿Tanta prisa tienes en llegar? ¿Acaso te espera algo más gratificante que este sombrío callejón?
—Hace frío y no tengo humor para hablar con desconocidos. No hay nada más ingrato que estar merodeando en la oscuridad.
—Nunca tenemos tiempo para hablar con lo que desconocemos, quizá por eso no lo conocemos, quizá por eso nuestro humor oscurece el camino y buscamos quien lo ilumine.
Si más nos detuviéramos a observar en la oscuridad, sería la luz la que vendría a nosotros y no nosotros a ella —replicó el mendigo.
—Qué sabrás tú del camino y de la luz, durmiendo bajo esos cartones, viejo infeliz. Poca suerte has tenido en la vida, para tanta sabiduría que crees llevar contigo.
—La felicidad no colma los sentidos, colma el corazón —dijo el mendigo.— La felicidad no es el tener, es el ser.
—El frío apremia, y a la vista está que no has tenido suerte en la vida como para ir dando lecciones —replicó el hombre frunciendo el ceño.
—La riqueza no consiste en tener muchas posesiones, sino pocos deseos. ¿Eres feliz, buen hombre? —preguntó el mendigo sonriendo.
Tras un instante de silencio, el hombre replicó visiblemente molesto.
—Me sorprende que sonrías, viejo loco. Acecha tormenta y tu sucio cobijo está infestado de mugre.
—La tormenta está en tu corazón, amigo. Una sonrisa pura no entiende de bienes materiales, ¿acaso no es feliz el pez, sin un hogar donde cobijarse? Lo creemos perdido en la inmensidad del océano, mas en su libertad está su felicidad. A él no le invaden pensamientos que no sabe gestionar.
—He de encontrar mis llaves y marchar cuanto antes —replicó el hombre un poco aturdido.
—Yo te ayudaré a buscarlas. ¿Fue aquí donde las perdiste? No me suena haberte visto antes por este lugar.
—Las perdí a dos manzanas de aquí.
—¿Y qué haces, pues, buscándolas bajo esta farola y no donde las perdiste?
—Es el único lugar donde hay luz —contestó el hombre cabizbajo.
—No aganches la cabeza, no te avergüences, pues buscar en el lugar equivocado es humano. Preferimos herrar, una y otra vez, antes que enfrentarnos a lo que nos hace sufrir.
No te enfades porque haya oscuridad, disfruta las tinieblas, pues cuando dejes de temerlas y seáis amigos, encontrarás la luz que te muestre la salida.
El hombre, cabizbajo y pensativo, sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo.
Cuando alzó la cabeza para dar las gracias al mendigo, éste ya no estaba.
Se tumbó y se arropó con las cajas de cartón; una noche más el frío lo apremiaba en ese oscuro callejón.
lunes, 16 de septiembre de 2024
La leyenda de la Mentira y la Verdad
viernes, 6 de septiembre de 2024
El tiempo
No olvidé aquellos días donde la calma se escondía, yo jugaba perezoso mientras eso me dolía.
Noche sí y día a veces, sin saber le preguntaba, pero un oscuro silencio en mi oído repicaba.
Ella corría veloz como esperanza que se pierde, a veces tan cruel como aquel momento que no vuelve.
Solo hay una vida y un sentido para darle, así que no pienso esperar al tiempo porque él nunca se paró a esperarme.
En quejidos susurraba que mi fin era cercano, pero no solo le ignoré, sino que yo le di la mano.
No le temas a lo malo, ni te aferres a lo eterno, pues si algo malo encuentras solo trata de entenderlo.
Que no te cieguen los colores, no hagas caso a lo que oyes, pues si sientes lo que debes, ¿por qué tanto desorden?
Dicen que el tiempo todo lo cura, que al final siempre se arregla, que si no sales corriendo, no habrá quien te detenga.
Despierta, aprende y observa: en el camino está la llave que el destino anhela.
viernes, 16 de agosto de 2024
El ladrón de ideas
Danny Vidlak era un tipo algo peculiar, aunque aparentaba ser uno más en esta típica y desolada sociedad. A veces pasaba desapercibido, otras, la percepción no era cercana a la realidad.