Echo un último vistazo, intentando divisar ese potosí en el desierto; nada nuevo a la vista. Quizá ése es el problema, la vista, y no porque ésta sea mala, ya que la considero uno de mis pocos privilegios.
¿Privilegios? Bueno...
Camino hacia la orilla. Las olas rompen el silencio y el bello atardecer me hace recordar lo bonito de todo esto. No son necesarias las palabras, solo una mirada y una sonrisa.
Pensamientos del pasado perfilan una mueca de felicidad, mi rostro ya casi había olvidado cómo dibujarla. Miro hacia el futuro y no veo nada, está todo tan oscuro... creo que va siendo hora de volver a casa.
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