martes, 3 de septiembre de 2019

El viejo saxofón


Viejo, solo, apartado en un oscuro rincón de ese sucio apartamento, a solo tres manzanas de su lugar de encuentro favorito. El polvo cubre lo que un día fueron destellos de vida; su melancólica voz es, ahora, melancólico mutismo, aguardando su último aliento mientras el postrero brillo de su tez se apaga en la más indigna soledad, rodeado de cajas de cartón y motas de polvo.
Su triste presente no es más que el mitigado recuerdo de un glorioso pasado, fiel amigo de la historia que tan grande le hizo. Y es que no hay mayor pesar que caer en el olvido; no hay más pena que ser nada cuando, otrora, se fue todo.

En compañía de lo más distinguido de la zona, su magnificante voz sonaba a dulce melodía; susurros exhumando una dulce mezcla de nostalgia y dulzura que hacía soñar y encandilaba a todos los presentes. Ese vigor y frescura, hacía de su presencia un digno acompañante allá donde fuere.
Y es que, esa alegría y vitalidad parecían eternos. Por todos conocido, no había quien se resistiera al encantamiento de su tenue voz y pocos son los que no habían soñado, al menos varias noches, mientras disfrutaban alguna de sus estrofas.
Incluso sus quejidos, tristes y apesadumbrados, eran reconocidos con alabanzas; ironías del destino, ahora solo el eco escuchaba y entendía sus penas... pero éste no le respondía con adulaciones, sino con un incómodo e insoportable silencio. Maldito silencio.

Su ternura ya no es más que el triste quejido de un viejo solitario, ebrio de nostalgia y, hasta el polvo, que tinta su vestimenta, parece haberle perdido el respeto que alguna vez le tuvo.
Esperando, inmóvil ante su triste destino, sus últimos días se apagan mientras toda su vida pasa una y otra vez por su ya deteriorada memoria. Su dolorida estructura no le permite moverse como antaño, su endeble cuerpo no es más que una triste sinfonía en Do menor de su afligido presente; la poca esperanza, aunada a su creciente desdén, le niegan todo intento de volver a ser quien ya nunca volverá. 
"Maldito presente" se dice cada mañana, mientras cruelmente rememora un pasado que, a menudo, le parece un sueño lejano de un viejo loco.

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