domingo, 24 de mayo de 2020

Pertenezco, luego siento



Todo el mundo necesita ser algo.

Unos dicen ser de izquierdas, otros, de derechas; hay enfervorecidos seguidores del Madrid o del Barca, quienes adoran a su patria o a sus dioses, e incluso quien toma como dogma de fe una nueva doctrina aprendida en las noticias o en Twitter. Todos ellos tienen sólidas convicciones, ideas muy claras sobre sus creencias y motivaciones.

Y es que, el sentimiento de pertenencia consigue algo que es muy difícil de lograr con cualquier otra herramienta: evitar el miedo y la soledad del alma.


Vivimos en una sociedad sin alma, vacía interiormente hablando, donde el ser humano carece de ideas propias y de convicciones individuales.
Tener el alma vacío es uno de los mayores males que puede tener un individuo; carecer de estímulos espirituales, de creencias y de argumentos ante las preguntas que te hace la soledad.


Ser algo, creer en algo, hace que te enfoques en esa idea, en esa tendencia o creencia. Con esto dejas (en parte) tu vacío interior atrás, enfocando tus fuerzas en eso nuevo en lo que creer, para alimentar tu espírutu y tus ganas de vivir. Consigues objetivos a realizar en ámbitos de tu vida que se encontraban vacíos, inviertes el tiempo en tareas que te convences que aportan.
Con esa nueva herramienta que te proporcionan, sientes que eres útil a ti mismo y a los demás.

Esta utilidad no solo funciona como herramienta interna hacia un mismo individuo, sino también como herramienta social en uno mismo, y es que te ayuda a estar protegido. No hay mejor manera de estar protegido socialmente, que ser parte de un conjunto con unas mismas ideas y creencias, pues entre todos los entes que conforman ese grupo social se dan la protección y la convinción de la que uno mismo carece. Forma parte de un todo y se siente útil y poderoso.

También está la parte revolucionaria que todos llevamos dentro. Ese toque mágico que hace que tu adrenalina aumente y tus sentidos se sientan alimentados por ese nuevo movimiento al que sigues. El tener la sensación de estar haciendo algo más allá del límite, ya sea creando, innovando o saltándose las normas. Eso sí, teniendo el respaldo de un movimiento y un grupo social.


Hay dos formas de vivir: Tratando de generar tus propias ideas y evolucionando según te lo pida tu propia personalidad, o aferrarte a ideas ajenas para creerte en una plenitud incompleta.

¿Cuál eliges?

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