viernes, 15 de mayo de 2020

La humanización



El ser humano es, cada vez, más humano. De hecho, quiere ser aún más humano.
El intento de alejarse cada día más del resto de los animales, hace que esta especie "elegida" se sitúe cada vez más lejos de su propia naturaleza.

Y es que esa palabra, "naturaleza", es cada vez menos inherente a la especie humana.
Cuanto más evolucionamos, menos queremos recordar que una vez formamos parte de ese conjunto de bestias; que llegamos a compartir costumbres. Nosotros somos diferentes: somos seres inteligentes, superiores. ¿Cómo, si no, podríamos estar leyendo este texto desde un teléfono móvil o construyendo rascacielos más altos que cualquier árbol milenario?

El ser humano, desde sus orígenes, ha tenido la necesidad de indagar, de construir, de dar rienda suelta a su única e inigualable imaginación y creatividad. Desde la invención de armas para la caza, al dominio del fuego, la agricultura, la creación de la escritura o la utilización de un lenguaje de extrema utilidad para nuestra comunicación.
Viendo todos estos (y muchos otros) factores podría decirse que el ser humano es una raza superior. Ningún otro animal es capaz de asemejarse a lo que el ser humano es capaz de realizar. Con el desarrollo de la ciencia, la medicina, los avances tecnológicos, hemos llevado el mundo y nuestra propia existencia a unos niveles nunca jamás imaginados, estamos dominando el mundo, la naturaleza y desentrañando todos los enigmas habidos y por haber dentro del mundo que nos rodea.


Hasta aquí, en lo que concierne a las capacidades de esta raza elegida, es bastante evidente que somos una especie única y sin parangón. Pero todos estos avances y el jugar a ser dioses es mucho más peligroso de lo que parece:

Psicológicamente, el ser humano está avanzando a pasos agigantados hacia su enajenación absoluta; es cada vez más insensible, más inservible y, por supuesto, más nocivo para sí mismo y para el mundo que le rodea. Todo esto genera una serie de problema psicológicos a esta especie elegida que, cuanto más avanza la sociedad, más se acabará convirtiendo en algo de lo más común: y es que llegará el momento en que esta "patología congénita" acabe siendo algo absolutamente normal.
 
Gracias a la tecnología y a la automatización y virtualización de procesos, cada vez tenemos menos contacto real con nuestros iguales, y es que incluso algo tan habitual como hacer la compra o quedar con amigos se realiza cada día, de forma más habitual, de forma no presencial.
Con todo esto, nos volvemos seres inútiles. Si bien es cierto que cada día progresamos más tecnológicamente y sabemos más, paradójicamente nos volvemos más inservibles, ya que tareas habituales e inherentes al ser humano están siendo sustituidas por máquinas, por procesos no realizados por nosotros mismos, lo que nos hace perder el hábito de hacer estas actividades.

No olvidemos que el ser humano es un animal creativo, una raza que necesita expandirse, mejorar, idear e imaginar, y si se le cortan las alas solo puede llevar a una salida: la frustración.
Esta frustración, el mal endémico del ser humano en la edad moderna, es el origen de todos los males en el mundo: las guerras, la pobreza, la envidia, las depresiones...
Un ser humano frustrado es una máquina de generarse problemas a sí mismo y, por ende, al resto de la sociedad. La deshumanización, la pérdida de las raíces que el ser humano tiene con la naturaleza, el alejamiento cada vez mayor que tenemos respecto a nuestros orígenes, está acabando con nuestra propia especie.

Para evitar la mencionada frustración, el ser humano necesita idear y crear. Al estar cada día más incapacitados para hacerlo, ya que vivimos en una sociedad con una serie de normas y estructuras donde prácticamente lo tenemos ya todo definido, lo único que nos queda es inventar soluciones a problemas inexistentes, generar ideas nuevas que en un principio son innecesarias, pero que nos hacen sentir mucho más útiles a esta vida que solo vamos a vivir una vez (hasta que alguien demuestre lo contrario).
Muchas veces, estas nuevas ideas que creamos para satisfacer nuestra necesidad de creer en algo nuevo y generar ilusiones, no son más que intentos fallidos; malas, muy malas ideas, que pueden llevar a la gente a situaciones peligrosas e incluso a poner en peligro parte del mundo que le rodea con creencias erróneas, adulaciones a individuos o seres inexistentes, creencias en algo que se transforma en nuevas costumbre, ideas revolucionarias innecesarias un con una base insostenible... con el simple objetivo de buscar algo diferente en lo que creer, algo a lo que aferrarse y algo que nos haga sentir especiales.


En definitiva, esta carrera por la humanización, por la desnaturalización del ser humano, está enajenando a la propia especie. Y la mala noticia es que parece ser una carrera sin línea de meta.



2 comentarios:

  1. Muy bueno, aunque triste ver como esa deshumanización gana cada día más ventaja. Texto para reflexionar. Como siempre, un placer leerte. A.O.

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