martes, 3 de septiembre de 2019

¿Dónde están los sueños?



Se encontraban todos los sentimientos y emociones jugando en el parque de la vida. Tenían sus rimbombantes toboganes, cubiles de arena con los que hacer todo tipo de formas y figuras, frondosos árboles, césped donde disfrutar de una hermosa tarde soleada… como toda vida, tenía sus cosas buenas y sus cosas malas. Podía verse a los sentimientos columpiarse, ayudados por el Ánimo y empujados por la Fe. El columpio de al lado permanecía inmóvil, con Desgana subida en él y Apatía sin empujarlo. Eran mirados por Curiosidad e Interés desde detrás de un matorral, esta última sin entender por qué Apatía y Desgana no querían divertirse. Curiosidad lo observaba con una curiosa mirada, ¡qué curioso! Curioso le parecía también a Intriga, intrigado en qué estaban dialogando sus dos compañeros.
Histeria no dejaba de dar vueltas en círculo, —¡¡ese tobogán es muy peligroso!! — le gritaba a Temeridad. Ésta hacía caso omiso y, junto a su compañera y colega Desobediencia, se lanzaban por el largo tubo para ir a dar con sus huesos sobre la arena, donde el Dolor les estaba esperando. —¡¡No me piséis!! — Una vez más hicieron caso omiso a sus súplicas.
Desdicha también jugaba con sus amigos Disgusto y Pena sobre la arena del parque. Nadie se acordaba de ellos, nadie quería jugar con ellos… pero al final, por una cosa u otra siempre acababan, eso sí, por un descuido, encontrándose con sus pequeños compañeros. —¡Cuidado, Descuido! que te vas a caer del columpio —, y es que el descuido al final siempre acaba con Dolor. Al lado estaba la Despreocupación con su compañera la Preocupación, preocupada de haber sido tan despreocupada, al haber ido a parar con Disgusto y Lamento. —¡Debéis ser más cautos!—, gritaba la Cautela… —claro, para ti es fácil —, replicaba el Enojo.
Aun así, y a pesar de todos los contratiempos, los sentimientos jugaban tranquilos en el parque; claro, Tranquilidad siempre se encontraba sentada vigilándoles. Bienestar y Serenidad hablaban de sus cosas con Tranquilidad, observando cómo la Duda con Júbilo jugaba.

Pero, una tarde, se comenzó a notar que algo no iba bien. Pena y Amargura estaban presentes en todos los rincones del parque. Ilusión jugaba sin ilusión y los sueños no estaban por ninguna parte, «¿dónde están los sueños?» se preguntaba la Intriga mientras dejaba de mirar a los aburridos Apatía y Desgana. —Aburrimiento, ¿has visto a los sueños? — preguntaba Intriga.  —Pereza, ¿tú has visto a los sueños? ¿Y tú, Traición? — Ésta decía haberla visto al lado del Gran Árbol. Ingenuidad acompañó a Intriga a buscarlo, pero no era así, allí no estaban los sueños… solo la Pasión echándose la siesta. ¿Dónde pueden estar los sueños?Bienestar, Serenidad, Intriga, Ingenuidad… ¡incluso Pereza! todos buscaban a los sueños, pero no los encontraban por ninguna parte.
Incongruencia dijo haberlos visto por última vez cerca de Odio, Ira y Amargura, en la zona oscura del parque, hacía ya un par de días. Desconfianza y Engaño dijeron haberlos visto también por la zona oscura esa misma mañana… Bienestar, Serenidad, Intriga, Ingenuidad… ¡incluso Pereza! fueron a buscarlos, tenían que encontrar a los sueños. En un recóndito rincón encontraron al Amor llorando, desconsolado. —Lleva así varios días —, decía Preocupación. A los sentimientos que lo veían les parecía extraño, no les era normal ver al Amor llorando desconsolado durante tanto tiempo, algo muy grave debía pasarle. Allí cerca, Felicidad y Afección vivían con desgana, no es que Desgana debiera ser marginada, pero ya había estado mucho tiempo con ellos, demasiado tiempo. También Desinterés y Desánimo jugaban con ellos a todas horas, incluso día y noche, al no poder dormir por culpa de Temor, que no paraba de hacer ruido. ¿Temor a qué? Quizá temor a la soledad, «pobre Soledad», se decía Penumbra.
Una vez llegaron a la zona oscura continuaron la búsqueda de los sueños. —Mira detrás del rosal —, le decía Intriga a la Obediencia, —nada, aquí solo está la Belleza echándose la siesta. —Debajo de las rocas —, nada, la Pasión. Y debajo del viejo sauce llorón, pasando el día se encontraba el Entusiasmo.
Todo esto era tan raro… sentimientos que siempre jugaban junto al gran árbol, con Tranquilidad y Bienestar, estaban apáticos, tristes y apenados.
Aun así, seguían sin encontrar a los sueños. A Amargura y Desánimo parecía no importarles la situación de los otros sentimientos, ya que jugaban junto a Abandono y Desgana. Ellos, que siempre estaban echándose sus partidas de mus con cara de pocos amigos y más aburridos que el propio Aburrimiento.
Sabiduría e Inteligencia se enteraron de esto y decidieron reunirse con los demás sentimientos. Les hicieron ver que los sueños no son un sentimiento, no podían estar tristes por ellos, ya que no eran uno de los suyos… pero entonces, ¿por qué todos les echaban de menos? ¿por qué el amor está apenado? ¿y la felicidad?
Varias semanas después, un lunes cualquiera y tras un lluvioso fin de semana, amaneció un sol reluciente en el horizonte. El estropeado rosal pareció rejuvenecer y Entusiasmo fue el primero en levantarse, se le podía ver dándose un paseo bajo los preciosos rayos de sol. Ilusión fue la siguiente en madrugar aquella mañana, se puso el pantalón corto y se fue a correr. Cuando sus compañeros vieron esto se alegraron; se alegraron todos excepto Abandono, Desgana, Amargura e Inquietud, que ya no sabían cómo divertirse y volvieron a sus aburridas partidas matutinas de mus. Ya por la tarde encontraron a Felicidad, jugando en el tobogán, feliz, con su compañera Prudencia, ella siempre tan cauta. —¡Ten cuidado, te vas a hacer daño! —. Junto al rincón oscuro, cerca de ellos estaba el Amor, acababa de salir y, ya sin lágrimas en los ojos, se fue a ver a sus amigos. Aún estaba triste, aunque se le veía más animado que antes. —Venga, ¡vamos a jugar! — le gritaba la Ilusión. Amor se fue con Ilusión, a quienes se unió un exultante Entusiasmo. Poco a poco el Amor fue jugando con sus compañeros hasta que volvió a recobrar la felicidad; Amor y Felicidad jugaban con entusiasmo. Todo era tan bonito… hasta la Belleza había dejado de echarse sus eternas siestas tras el ya florecido rosal. —¡Bendita primavera! — Gritaba ésta.
Todo parecía volver a su cauce normal, pero… ¿qué pasó con los sueños? se preguntó la Ignorancia. Todos se habían olvidado de ellos y no habían aparecido por ninguna parte; bueno, qué importa, si no eran un sentimiento…
Efectivamente, los sueños no son un sentimiento. Lo que no saben es que, allá donde estén, sin ellos, el Amor aún estaría llorando en su oscuro rincón y Felicidad seguiría jugando con Desgana.

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